Ante todo somos personas

La tecnología debería ayudar a hacer una sociedad, más amable, más cercana, más humana. Las personas tenemos derecho a recibir una asistencia adecuada y a que el soporte no se nos atragante. Que si nos atiende un chatbot, sea para ayudarnos a resolver dudas o dirigirnos a un sitio en concreto. Hace falta más sentido común en este mundo y no necesitamos que nuestro cerebro se vea avasallado sin poder digerir multitud de inputs y estímulos que recibe en apenas minutos para tomar decisiones instantáneas.

Os vamos a enseñar lo que nos pasó cuando llegamos a un sitio web y el botón flotante nos dirigió a la conversación de un flujo en un chat real. Imagina que abres WhatsApp y te sucede lo que ves aquí, ¿acaso no te sentirías abrumado por este despropósito?

Por una mala gestión del constructor de flujos, nuestros potenciales pueden llegar a perder la paciencia. Y es normal, el uso indiscriminado de mensajes a través de un flujo automático, pueden llevar a generar distorsiones cognitivas a la hora de procesar la información en los clientes. En realidad, con una experiencia de usuario así no se consiguen los objetivos de captación, cualificación, segmentación ni conversión.

Recuerda que debido al ya evidente cambio climático, también nos hace falta no seguir recalentando los procesadores de los servidores. Solo el envío de un WhatsApp requiere 0,2 g de CO₂. Imagina los que no valen para nada.

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Cuidado porque a veces pasan estas cosas

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